Desde abril de este año, Santiago Ángel se desempeña como gerente comercial de Quimicoplásticos, una empresa con larga trayectoria en la distribución de materias primeras para la industria de pinturas.
Por Federico Duarte Garcés
En la actualidad, el camino de Santiago Ángel Gallego transita entre polímeros y pedales. Durante la semana, pedalea de la mano de su equipo de trabajo como gerente comercial de Quimicoplásticos para impulsar el desarrollo de materias primas dirigidas entre otras a la industria de pinturas. Los fines de semana le da rienda suelta a la bicicleta para alcanzar nuevas alturas que circundan su natal Medellín hasta llegar a nuevos territorios, lo cual ha sido su hoja de ruta profesional desde hace 15 años.
No obstante, los primeros pasos los dio como futbolista. En esas se mantenía tanto en el colegio Salazar y Herrera, ubicado en el barrio La América, como en torno a la casa de sus abuelos en el barrio Santa Mónica, ambos en el occidente de la ciudad, junto a sus amigos de entonces. Allí ya comprobaba su pasión deportiva que se extralimitaba con alguna patada cuando ‘entraba’ con toda por el balón, lo que incendiaba a sus rivales al punto de quererlo ‘moler’ y que debiera pedir el cambio de manera anticipada.
Cambio de perspectiva
Esta pasión la transfirió a las graderías del estadio Atanasio Girardot como ferviente seguidor de Atlético Nacional. Este ha sido su otro plan dominical o de sábado, que se vio interrumpido de forma abrupta durante la pandemia, una etapa en el que el protagonismo lo tuvo el personal médico, una profesión que por un tiempo soñó ejercer.
Aun a veces cuando va a un hospital se pregunta cómo sería si hubiera sido médico, pues todos los temas clínicos siempre lo han conmovido. No en vano, buena parte de sus anteriores parejas han sido médicas.
Sin embargo, durante el último año del colegio, una profesora a la que le tenía cariño lo llevó por las diferentes facultades de ingeniería química de universidades de la ciudad, con lo cual cambió su orientación profesional. Estudió Ingeniería de Procesos en la Universidad Eafit, y de ahí emprendió su viaje por los plásticos, y con ello de las pinturas.
Marcar tendencia
Recién desempacado de las aulas universitarias, Santiago tuvo una primera incursión laboral en la Planta de Rioclaro de Cementos Argos. Sin embargo, la vida en campamento no le resultaría muy afín, y unos meses más tarde daría el paso a Sumicolor, una empresa reconocida por la fabricación de masterbatch (concentrados de color) para la industria plástica. Allí se empezaría a permear del mundo de las pinturas.
Esta sería su base para su desempeño como líder comercial de la regional cafetera de Reciend, proveedor y distribuidor de productos químicos, donde alcanzaría un incremento de la participación en los clientes clave de las líneas de producto más rentables para la compañía.
A partir de esta experiencia vendría su paso de ocho años y nueve meses en Essentia, una compañía colombiana del Grupo Ecopetrol, dedicada a la producción y comercialización de materias primas para la industria del plástico como polipropileno, y de nuevo masterbatch. De ambos segmentos alcanzaría logros destacados en su perfil de LinkedIn como el aumento de un 63 % al 74 % en la participación de mercado del primero y el incremento de un 75 % en las ventas del último.
En esta, la primera empresa exportadora del sector petroquímico colombiano, pasó por todas las cuentas del país, además de atender durante los últimos tres años mercados internacionales como Bolivia, Ecuador, Perú y Chile. Allí comprobaría el camino hacia la sostenibilidad trazado de manera paralela por empresas como Quimicoplásticos, lo que lo atraería para recalar finalmente en esta en abril de este año.
“Aquí hay una pasión por lo sostenible”, afirma Santiago, quien sostiene que desde hace al menos 15 años, el mismo período de su trayectoria profesional, la empresa ha sido pionera en el desarrollo de materias primeras enfocadas a la sostenibilidad ambiental a través de un portafolio que incluye una gran cantidad de soluciones para pintura base agua, las cuales procuran desplazar aquellas a base de solventes.
“Es un reto técnico fuerte, pero yo creo que hay tecnología suficiente para hacer esa transición en el mundo de pinturas”, asegura Santiago.
“Sabemos que son soluciones de largo plazo, pues obviamente nos tienen que acompañar mucho las legislaciones”, señala sobre la apuesta de abrir mercados con este tipo de soluciones a las cuales le apuesta la compañía.
Esto, sumado a la alta competencia que resulta a su criterio para las pequeñas y medianas empresas (pymes) en un mercado dominado por Brasil, México y Argentina a partir de la presencia de grandes conglomerados, constituye uno de los grandes desafíos con los cuales instruye a su equipo de trabajo.
Un loco por la exigencia
“Yo soy un loco por los deportes”, confiesa Santiago, quien reconoce su afición desmesurada por todo tipo de deportes: desde el fútbol y ciclismo hasta el béisbol, tenis, automovilismo, golf y el propio fútbol americano. Sin embargo, más allá del juego, lo que ve es una sucesión de escenas que representan estrategia, disciplina y sacrificio.
Tras una jugada exitosa de táctica de fútbol americano no se cansa de explicar: “Mira, eso que hicieron lo han hecho 1.200 veces, y por eso les sale perfecto”. En términos futbolísticos podría considerarse un discípulo de la escuela del técnico argentino Marcelo ‘el Loco’ Bielsa, caracterizado por un estilo meticuloso para preparar los partidos, en los que cada jugador debe adaptarse para cumplir varias funciones en el campo de juego.
Precisamente, en las últimas semanas, en su propio perfil de LinkedIn, Santiago compartió un video con algunas imágenes y frases del ‘Loco’ que dan cuenta de su propia visión: “El éxito y la felicidad no funcionan como sinónimos. Los seres humanos de vez en cuando triunfan, pero habitualmente desarrollan, combaten, se esfuerzan y ganan de vez en cuando… muy de vez en cuando”.
Esa misma consigna es la que mantiene con el grupo que coordina, con el cual celebra cada triunfo, y al que reconoce todo esfuerzo, pero al que también llama la atención cuando las cosas no se hacen bien.
“Es un amor por el equipo muy exigente; para hacerlo mejor tenemos que reconocer que no lo hicimos bien”, apunta Santiago, quien no le tiene miedo a las conversaciones difíciles, pero tampoco a equivocarse.
“Me da miedo no aprender”, indica, al tiempo en que se declara profundamente optimista, pues confía en que las cosas pueden estar bien, y se cuestiona qué puede hacer para cambiar y mejorar. De ahí que al final de la semana siempre se proponga un nuevo alto que alcanzar en su bicicleta.
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