Un panorama de lo que en estos momentos sucede en el sector de pinturas en un país que no atraviesa su mejor momento. Pero los esfuerzos de muchos mantienen la esperanza de un mejor futuro.
por José Tomás Rojas*
En mis tiempos de Representante de servicio técnico de Pinturas industriales, solía tener muchos intercambios con representantes técnicos de los productos químicos para tratamiento superficial. Estos productos se utilizan para acondicionar el metal, previo a la etapa de pintura y en general se componen de desengrasantes, removedores de óxido y agentes de fosfatizado, cada uno de ellos aplicado en una etapa distinta.
La etapa de fosfatizado es muy importante porque genera el crecimiento de una película de cristales microscópicos en la superficie del metal, que favorece la resistencia a la corrosión, al tiempo que proveen una superficie de anclaje para la pintura, lo cual aumenta la adherencia y las propiedades generales del conjunto.
Los intercambios no siempre se establecían en un ambiente de cordialidad. En ocasiones, cuando se presentaban reclamos de los clientes por fallas en la adherencia o en la resistencia a la corrosión de la pieza pintada, los técnicos de tratamiento orientaban la responsabilidad de la falla hacia la pintura, y por el contrario, nosotros la orientábamos hacia fallas del tratamiento superficial, lo que generaba inmediatamente intensas polémicas.
Finalmente, después de una evaluación intensiva de los parámetros de calidad de cada conjunto de materiales, evaluación sobre fosfato estándar, concentración de los químicos, reactividad de la pintura, condiciones generales del proceso, etc., se llegaba por consenso a la causa raíz. En estos casos, y con mucha frecuencia, las fallas se hallaban en una caída de temperatura dentro del horno, no detectada por los sistemas de control, o por un incorrecto mantenimiento de la concentración de los químicos de tratamiento. Una vez corregida la falla, retornaban la camaradería entre nosotros, y el sosiego entre nuestros clientes y jefes.
Menciono esta anécdota, porque recientemente tuve la oportunidad de visitar una planta que fabrica químicos de tratamiento superficial, cuyos productos siempre se han destacado por su excelente desempeño. No mencionaré su nombre, pero les comentaré que dicha empresa fue fundada por un Químico Alemán que llegó a Venezuela en la década de los 60, contando solo con 21 años. Este gran científico tiene en su haber el desarrollo de más de 1.000 productos, no solo para el tratamiento superficial, sino también para la industria metalmecánica, fluidos de corte y aditivos múltiples para la Industria petrolera, lo que le hace un digno ejemplo de la tradición de grandeza que ha acompañado desde sus inicios a la industria química alemana.
Tuve el honor de ser recibido por el científico en persona, junto a su equipo gerencial, y con ellos conversamos mucho sobre el pasado y el presente de la Industria Venezolana. Realizamos una visita a los laboratorios de la empresa, y debo decir que en todos mis años de trabajo en la industria de pinturas nunca había visto un ambiente tan grande, tan bien organizado, provisto de tantos equipos de análisis, algunos, verdaderas piezas de museo funcionales, al lado de otros muy sofisticados con tecnología instrumental de punta. Había en total cinco laboratorios; Calidad, Análisis Funcional, I&D, Materias Primas, incluyendo además un pequeño laboratorio de microbiología. Se respiraba ciencia por todas partes.
Desafortunadamente, la actividad que debía acompañar a esta profusión de equipos no estaba presente. En un recinto donde debió haber doce analistas, solo había tres. Las dificultades por las cuales atraviesa el país, en particular la adquisición oportuna de las materias primas, así como la caída de la actividad industrial, han afectado profundamente a esta empresa, al igual que al resto de empresas del sector químico, y de todos los sectores del quehacer industrial venezolano. Nadie ha escapado de la crisis que nos agobia.
No quiero utilizar este espacio para analizar las causas que nos han llevado este punto. Tal como la empresa que menciono. Gran cantidad de empresas en Venezuela están luchando por su supervivencia, para mantener su nómina, con niveles de producción alrededor del 30% de su capacidad, y aguardando con esperanza la llegada de tiempos mejores. Como persona optimista que soy creo que no todo se ha perdido. Los recursos, materiales y humanos están allí, el conocimiento esta allí, el deseo por que Venezuela sea nuevamente el país prospero que merece ser, está allí. Solo hace falta que nos pongamos de acuerdo, que dejemos de lado los intereses político personales, y que todos arrimemos el hombro para levantar la economía de este gran país.
Debemos seguir el ejemplo de nuestro científico alemán, quien regresó de su muy merecido retiro en Alemania, hace dos años, aquejado por las limitaciones propias de su ya avanzada edad, a meter el hombro, a poner lo mejor de su aporte, a sumar esfuerzos para sacar adelante al país al que le dedicó toda una vida de conocimiento y trabajo, y que ahora le necesita, más que nunca.
* José Tomás Rojas. JTROJAS Pinturas, F.P. Pueden enviarle sus comentarios al correo electrónico [email protected]
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