Más allá de cuestionar si lo que se promocionó corresponde a la realidad del producto, quiero llamar la atención sobre la forma en la que se promocionan los nuevos desarrollos, especialmente por estos días en los que ya vimos los efectos negativos del abuso del concepto de producto verde.
Si bien es cierto que hay que echar mano de cualquier ventaja que nuestro desarrollo ofrezca, es importante respaldar cada información emitida con documentos y estudios suficientes que despejen las dudas respecto a cada uno de los atributos mencionados.
Un exceso de promoción sin sustentación puede provocar que los usuarios terminen condenando al formulador o al aplicador por publicidad engañosa, un “crimen” que hoy es duramente castigado por los usuarios, quienes ya comparten sus experiencias con personas de todo el mundo en Internet. Es decir, si usted promociona lo que no es, o exagera lo que tiene, corre el riesgo de que sea descubierto, que su marca se reconozca como inferior y finalmente que la gente desconfíe de su empresa y no compre nada más.
En la industria de pinturas se han conocido pocos casos, como el de una multinacional que afrontó una protesta en la web por cuenta de una mala promoción de sus productos. Los usuarios en la red calificaron a la empresa de “engañosa” y recomendaron no comprar el producto. Para fortuna de la empresa, el incidente se superó rápidamente.
La responsabilidad a la hora de promover, así como la gestión de pruebas y documentos que expliquen los reales beneficios de un producto hacen parte de la tarea que los fabricantes de pinturas en América Latina deben hacer, porque la transparencia con el cliente no es un asunto negociable en esta industria.
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